La verdadera historia detrás de la tormenta solar de 1859 que quemó los telégrafos

¿Has oído hablar de la Tormenta Solar de 1859?

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¿Y si el sol pudiera apagar todo aquello de lo que dependemos, sin previo aviso? No es ciencia ficción. Ya ocurrió.

La tormenta solar de 1859, también conocida como el Evento Carrington, fue una poderosa tormenta geomagnética que conmocionó al mundo, y ocurrió mucho antes de que estuviéramos tan conectados a la electricidad. Entonces, ¿qué significa para nosotros ahora, en un mundo hiperdigital?

Comprender la verdadera historia tras la tormenta solar de 1859 no es solo una cuestión de historia, sino una advertencia con creciente relevancia. A medida que el sol entra en una fase más activa, los expertos advierten que lo que ocurrió una vez podría fácilmente repetirse.

Un cielo en llamas: Qué sucedió en 1859

A principios de septiembre de 1859, la gente de todo el mundo empezó a notar algo extraordinario. Los cielos brillaban con colores que la mayoría nunca había visto.

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No se trataba solo de auroras boreales; eran visibles hasta en el sur de Colombia y Cuba. En Roma y Hawái, la gente describía los cielos como "rojo sangre" y "como fuego". Los periódicos informaron que se podía leer el periódico al aire libre en plena noche. Pero el espectáculo de luces fue solo el principio.

Este deslumbrante espectáculo fue causado por una intensa llamarada solar que surgió de la superficie del Sol. Dicha llamarada envió una eyección de masa coronal (CME) hacia la Tierra.

Al impactar nuestro campo magnético, desencadenó la tormenta geomagnética más potente jamás registrada. Los sistemas telegráficos —el equivalente a internet en el siglo XIX— empezaron a fallar. Los cables se incendiaron.

Los operadores quedaron impactados. En algunos casos, los mensajes continuaron transmitiéndose incluso después del corte de electricidad, como si la Tierra misma se hubiera electrificado.

Fue hermoso y aterrador a la vez. Y tomó al mundo entero por sorpresa.

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La ciencia detrás de un ataque solar

En el centro de este evento cósmico se produjo una llamarada solar: una violenta erupción de radiación proveniente de la superficie del Sol. Cuando dicha llamarada liberó una CME, fue como lanzar una tormenta magnética a través del espacio.

Estas eyecciones contienen miles de millones de toneladas de plasma y partículas cargadas, que viajan a millones de kilómetros por hora. Al colisionar con el campo magnético terrestre, se produce un caos geomagnético.

En 1859, el astrónomo Richard Carrington observó esta tormenta y dibujó la mancha solar que la originó. Su trabajo posteriormente daría nombre al Evento Carrington. Pero no tenía forma de saber qué se avecinaba.

Cuando la CME impactó, la perturbación magnética que causó en la Tierra fue sin precedentes. Los cables telegráficos que cruzaban los continentes se convirtieron en conductos para corrientes incontrolables.

Algunos sistemas generaron chispas violentas. Otros continuaron funcionando incluso desconectados de la fuente de alimentación, un efecto secundario inquietante e inexplicable de las corrientes inducidas en la atmósfera.

Este no fue solo un momento de curiosidad para los científicos. Fue una llamada de atención. Una demostración de que, incluso a 150 millones de kilómetros de distancia, el Sol tiene el poder de alcanzarnos de forma devastadora.

¿Podría suceder nuevamente?

La respuesta corta: sí. De hecho, los científicos dicen que no es una cuestión de... si pero cuandoNuestro Sol atraviesa ciclos de actividad, y actualmente nos acercamos a un máximo solar: un pico en la actividad de manchas y erupciones solares. Con cada año que pasa, nuestra dependencia de la tecnología aumenta, y con ella, nuestra vulnerabilidad.

Si hoy ocurriera una tormenta de la magnitud de la de 1859, los daños serían catastróficos. Los satélites podrían quedar destruidos, los sistemas GPS fallarían y la aviación se paralizaría.

Las redes eléctricas de regiones enteras podrían colapsar. Los mercados financieros, que dependen de centros de datos y de la sincronización de redes, podrían paralizarse. Y la recuperación no tardaría horas ni días, sino meses.

Un informe de Lloyd's de 2013 estimó que una tormenta del nivel de Carrington hoy podría costar hasta 1,2 billones de dólares a nivel mundial. Esto no es ciencia ficción, sino una evaluación de riesgos. A pesar de ello, la concienciación pública sigue siendo baja.

Agencias como la NASA y la NOAA monitorean constantemente el sol, pero incluso con sistemas de alerta temprana, lo mejor que podemos hacer es apagar los sistemas vulnerables y esperar lo mejor.

Vida sin previo aviso: Un vistazo a las consecuencias

¿Cómo sería la vida si esto volviera a ocurrir?

Imagina despertar una mañana sin internet. Tu teléfono no tiene señal. Los bancos no funcionan. No puedes pagar la gasolina. Los cajeros automáticos no funcionan. Los hospitales funcionan con energía de emergencia. Los trenes no circulan. Los aviones están en tierra. Y nadie sabe cuándo volverá todo a la normalidad.

Esto es más que un inconveniente: es una emergencia mundial.

En 1989, una tormenta solar relativamente menor apagó la red eléctrica de Quebec, dejando a millones de personas sin electricidad durante horas.

Eso fue un anticipo. En 2003, las "Tormentas de Halloween" dañaron satélites y obligaron a las aerolíneas a desviar vuelos. Eran advertencias. Pero nada ha rivalizado con 1859.

Si algo similar ocurriera ahora, estaríamos buscando no solo velas, sino también respuestas. Los gobiernos tienen planes de contingencia, pero el sector privado a menudo no está preparado. Las mejoras de infraestructura han sido lentas. Y a medida que la tecnología se vuelve más compleja, también lo hacen los riesgos.

Esto es lo que hace que el acontecimiento de 1859 sea más que una rareza histórica: es un modelo para el desastre.

La lección olvidada en las notas de Carrington

Richard Carrington no era un profeta. Era un científico con un telescopio y un cuaderno. Pero lo que presenció debería haber transformado para siempre nuestra comprensión de las amenazas solares. En cambio, su descubrimiento quedó archivado: respetado, pero rara vez discutido.

Carrington observó la llamarada a las 11:18 a. m. del 1 de septiembre de 1859. En 17 horas, la CME impactó contra la Tierra. Esa velocidad es inusualmente rápida, lo que significa que la tormenta fue masiva e increíblemente enérgica.

Sus bocetos aún existen hoy, archivados en los registros astronómicos británicos. Y, sin embargo, pocos fuera de la comunidad científica han oído hablar de ellos. Enseñamos sobre terremotos y huracanes. Pero ¿con qué frecuencia hablamos del sol como una amenaza real y tangible?

El Evento Carrington es una nota al pie de la historia. Pero merece ser noticia.

Conclusión

La tormenta solar de 1859 no fue solo un fenómeno cósmico excepcional, sino una advertencia. Nos mostró la rapidez con la que la energía solar puede atravesar el espacio y afectar el núcleo del progreso humano.

Los cables telegráficos del siglo XIX fueron solo el comienzo. Hoy, toda nuestra civilización depende de sistemas frágiles e interconectados que podrían fallar en un instante.

Recordar el Evento Carrington no se trata de miedo. Se trata de preparación. De comprender la ciencia. De apoyar la resiliencia de la infraestructura. De exigir concienciación a líderes y sistemas que a menudo operan con anteojeras.

Al Sol no le importa lo avanzados que creamos estar. Una llamarada, una eyección de masa coronal, y todo podría cambiar. Y la próxima vez, no tendremos la suerte de presenciarlo con curiosidad; lo viviremos con consecuencias.

Preguntas frecuentes

1. ¿Qué causó la tormenta solar de 1859?
Una poderosa llamarada solar liberó una eyección de masa coronal que colisionó con el campo magnético de la Tierra, provocando intensas tormentas geomagnéticas.

2. ¿Cómo afectó la tormenta a la tecnología en 1859?
Los sistemas telegráficos se interrumpieron. Los cables chispearon, las máquinas fallaron y los operadores sufrieron descargas eléctricas. Algunos sistemas siguieron funcionando sin electricidad.

3. ¿Podría volver a producirse una tormenta solar similar?
Sí, los científicos creen que es inevitable. Los ciclos solares hacen probable que experimentemos un evento similar, posiblemente durante este siglo.

4. ¿Cuáles serían los efectos actuales de una tormenta del nivel de Carrington?
Podría inutilizar satélites, GPS, redes eléctricas y sistemas de comunicaciones a nivel mundial, lo que provocaría una perturbación social y económica generalizada.

5. ¿Están los gobiernos y las industrias preparados para este riesgo?
Algunos sectores han invertido en mitigación, pero en general, la concientización y las mejoras de infraestructura siguen siendo insuficientes para afrontar el peor de los casos.