La inundación de melaza de Boston: un desastre pegajoso del que nunca has oído hablar

Algunos desastres dejan escombros. Otros dejan historias tan extrañas que parecen casi increíbles. La inundación de melaza de Boston fue una de ellas. En 1919, este extraño y trágico suceso azotó el extremo norte de Boston, no con fuego ni tormenta, sino con una oleada de melaza espesa y caliente.

Anuncios

Este incidente, conocido como la inundación de melaza de Boston, mató a 21 personas, hirió a más de 150 y transformó una pacífica tarde de invierno en una escena surrealista de caos, confusión y tragedia.

Aunque suene como la trama de un cuento satírico, este acontecimiento fue muy real.

Dejó un vecindario entero cubierto de una sustancia pegajosa y sofocante y obligó a los estadounidenses a reexaminar los estándares de seguridad, la responsabilidad corporativa y el poder de la naturaleza cuando se combina con la negligencia humana.

¿Qué fue exactamente la inundación de melaza de Boston?

El 15 de enero de 1919, un enorme tanque de almacenamiento —de 15 metros de alto y 27 metros de diámetro— estalló en el North End de Boston. En su interior se encontraban más de 7 millones de litros de melaza, un jarabe oscuro y viscoso utilizado principalmente para producir alcohol industrial para municiones y ron.

Anuncios

La explosión fue repentina. Sin previo aviso, el tanque se fracturó, liberando una ola de gran velocidad, estimada en 7,6 metros de altura y a casi 56 kilómetros por hora.

La melaza se extendió por las calles, destruyendo edificios, sacando vagones de tren de sus vías y derribando caballos y personas como si fueran figuras de papel.

Los testigos describieron el ruido como un estruendo profundo, seguido de lo que sonaba como disparos de ametralladora: los remaches del tanque salían disparados como balas.

La inundación cubrió todo lo que tocó con una capa espesa y sofocante. Sótanos enteros se llenaron de jarabe. Las labores de rescate se vieron ralentizadas por la sustancia pegajosa, que se adhirió a la ropa, la piel y la maquinaria.

¿Cómo puede la melaza ser tan mortal?

Es fácil imaginar la melaza como algo inofensivo. En la cocina, es lenta y delicada. Pero la escala lo cambia todo.

Al liberarse en cantidades tan grandes, la melaza se comporta más como un aluvión de lodo o un derrame químico. Su densidad le confiere peso y fuerza. Y con el frío, se espesa rápidamente, atrapando cualquier cosa —o a cualquier persona— que cubra.

Las personas atrapadas en la inundación fueron arrastradas, aplastadas por los escombros o asfixiadas por el jarabe. Los servicios de emergencia tuvieron que vadear charcos de melaza hasta la cintura, a menudo incapaces de actuar con rapidez ni de encontrar a las víctimas a tiempo.

Durante días, los rescatistas revisaron los restos pegajosos y encontraron cuerpos que habían quedado atrapados debajo de edificios derrumbados o ahogados en lo que había sido una calle familiar.

Incluso quienes sobrevivieron sufrieron traumas duraderos. Las lesiones físicas fueron graves (fracturas en las extremidades, daños internos), pero el impacto psicológico perduró mucho más.

Algunos residentes nunca regresaron a sus hogares. El recuerdo de un día normal convertido en pesadilla se negaba a desvanecerse.

Lea también: El pueblo sami: guardianes del Ártico y su cultura de pastoreo de renos

¿Qué causó el desastre?

La inundación de melaza de Boston no fue una catástrofe natural. Fue una falla evitable causada por negligencia. El tanque de almacenamiento era propiedad de Purity Distilling Company, una subsidiaria de United States Industrial Alcohol.

Informes posteriores revelaron que el tanque llevaba meses goteando melaza. Los niños la recogían con palos, y los trabajadores cercanos se quejaban a menudo del olor y las grietas visibles.

Sin embargo, en lugar de reparar el tanque adecuadamente, la empresa optó por pintarlo de marrón para ocultar las fugas. No se ordenaron inspecciones.

No se siguieron protocolos de seguridad. Y con la Prohibición a la vuelta de la esquina, la empresa se apresuró a almacenar la mayor cantidad posible de melaza, sobrepasando los límites de la capacidad del tanque.

Cuando finalmente cedió, no fue solo un accidente. Fue la culminación de la codicia, las prisas y el desprecio por la seguridad básica. Y se convirtió en un caso de estudio sobre responsabilidad corporativa que influyó en las normativas de construcción durante décadas.

Limpiando el desorden

Se necesitaron semanas para limpiar el barrio. La melaza se filtró por las grietas del pavimento, cubrió las estaciones de metro e incluso llegó al puerto de Boston, tiñendo el agua de color marrón durante meses.

Hubo que sacrificar a los caballos. Las ratas inundaron la zona. Los residentes fregaron sus casas con agua salada, solo para descubrir que el jarabe volvía a aparecer.

Los periódicos de todo el país cubrieron la extraña historia, pero para los locales, no fue sólo extraña: fue devastadora.

Se presentaron reclamaciones al seguro. Se presentaron demandas. En una de las primeras demandas colectivas contra una importante empresa, la United States Industrial Alcohol Company fue declarada responsable.

Después de tres años de audiencias y más de mil testigos, el tribunal dictaminó que la empresa había sido negligente.

El acuerdo otorgó una indemnización a las familias de las víctimas y, lo que es más importante, sentó un precedente. Las ciudades comenzaron a implementar normas más estrictas para las estructuras industriales. La supervisión de la ingeniería mejoró. La tragedia había obligado a un cambio, pero a un alto precio.

Por qué sigue siendo relevante hoy en día

La inundación de melaza de Boston podría parecer una curiosidad histórica, pero sus lecciones siguen siendo sorprendentemente relevantes. Es una historia de cómo pequeños descuidos, cuando se ignoran, pueden convertirse en catástrofes.

Es un recordatorio de que las advertencias importan, que el mantenimiento es esencial y que incluso algo tan inocente como la melaza puede volverse mortal cuando interviene un error humano.

En los debates modernos sobre infraestructura, seguridad y responsabilidad ambiental, persisten los ecos de este desastre. Esto pone de relieve cómo las empresas deben rendir cuentas y cómo las comunidades a menudo pagan el precio de lo que se oculta o se ignora.

Pero también es una historia humana. Una historia de gente común que de repente se enfrenta a lo inimaginable, de vecinos que se ayudan mutuamente y de resiliencia tras una tragedia absurda.

Eso es lo que le da peso emocional y por qué no debería olvidarse.

Conclusión

La inundación de melaza de Boston fue más que una nota al pie de página en la historia. Fue un desastre mortal y evitable que mató, traumatizó y cambió vidas para siempre.

La imagen de una calle de la ciudad convertida en un cementerio meloso puede parecer surrealista, pero para quienes la vivieron, fue demasiado real.

Salvar la memoria de este evento significa recordar el costo de la negligencia. Significa honrar a las víctimas no solo con historias, sino con mejores prácticas.

Y eso significa observar los sistemas que nos rodean, no sólo por lo que hacen sino por lo que podría suceder cuando fallan.

En un mundo que todavía lucha con cuestiones de seguridad, justicia y responsabilidad corporativa, este pegajoso y angustioso capítulo del pasado de Boston todavía tiene algo que decir.

Preguntas frecuentes: La inundación de melaza de Boston

1. ¿Qué fue la inundación de melaza de Boston?
Fue un verdadero desastre el que ocurrió en 1919, cuando un tanque de almacenamiento de melaza estalló en Boston, liberando más de 2 millones de galones y causando muerte, destrucción y trauma generalizado.

2. ¿Cómo causó tanto daño la melaza?
En grandes cantidades, la melaza se comporta como una ola pesada. Su densidad e impulso aplastaron edificios y asfixiaron a las víctimas, especialmente en climas fríos.

3. ¿Alguien fue considerado responsable?
Sí. La empresa propietaria del tanque fue declarada negligente ante el tribunal y se le exigió pagar daños y perjuicios, lo que marca un hito en la responsabilidad corporativa.

4. ¿Cuánto tiempo tardó en limpiar el desastre?
La limpieza duró varias semanas. La melaza se adhirió a calles, edificios, estaciones de metro e incluso contaminó el puerto durante meses.

5. ¿Por qué hoy en día no lo sabe más gente?
A pesar de su magnitud, la inundación de melaza de Boston a menudo queda eclipsada por otros acontecimientos históricos. Sin embargo, sigue siendo una lección poderosa sobre las consecuencias de ignorar las advertencias.