Koro: una lengua oculta descubierta en las montañas de la India

Se suponía que nunca se encontraría. En lo profundo de las escarpadas colinas de Arunachal Pradesh, enclavado entre ríos serpenteantes y picos envueltos en niebla, un grupo de personas había estado hablando koro durante generaciones, silenciosamente, sin saberlo, en peligro de extinción. Sin libros de texto, sin reconocimiento oficial, sin registro escrito.

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Sólo el ascenso y descenso rítmico de un idioma que pasa de boca a oído, de madre a hijo, palabra por palabra.

Entonces, en 2008, ocurrió algo inesperado. Un equipo de investigación lingüística del proyecto Voces Duraderas de National Geographic, en colaboración con académicos indios, registró algunas frases desconocidas en una aldea remota.

Al principio, parecía un dialecto de una lengua local. Pero cuanto más escuchaban, más claro lo tenían: no era un dialecto. Era una lengua. Una lengua que nunca había sido documentada. Una lengua que nadie fuera de la región conocía siquiera.

Acababan de toparse con Koro.

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Más que un descubrimiento: un recordatorio

Los hablantes de koro no se daban cuenta de que su lengua era un misterio. Para ellos, era simplemente la vida. Una forma de pedir sal. De contar una historia. De advertir a un niño. De enterrar una oración en los pliegues de una canción.

El descubrimiento de Koro sacudió el mundo lingüístico, no sólo porque fue inesperado, sino porque fue una prueba de lo mucho que aún no sabemos sobre nuestro propio planeta.

Cada nuevo idioma descubierto es como abrir una cápsula del tiempo. Es un registro de migración, supervivencia, creencias y memoria.

Nos recuerda que el lenguaje no es sólo cuestión de comunicación: es cuestión de identidad, herencia y los hilos invisibles que unen a las personas.

¿Quién habla koro?

Solo entre 800 y 1200 personas hablan koro, la mayoría en aldeas dispersas del distrito de Kameng Oriental, en Arunachal Pradesh. La comunidad vive al margen, aislada geográficamente y políticamente ignorada.

El koro no se usa en las escuelas. No se enseña en contextos oficiales. Y las generaciones más jóvenes suelen crecer hablando hindi o lenguas vecinas como el aka y el hruso.

Eso es lo que hace al koro tan vulnerable. Las lenguas mueren cuando dejan de usarse. Cuando dejan de ser amadas. Y el koro, a pesar de su belleza, se encuentra al borde del abismo.

Muchos de sus hablantes son ancianos. Sus palabras llevan décadas de vida, pero sus voces se acallan cada año. A menos que las generaciones más jóvenes se aferren a Koro, lo acunen y lo elijan, esta memoria viva pronto podría quedar en silencio.

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El sonido de un mundo que desaparece

Hay algo profundamente conmovedor en escuchar un idioma que casi nadie más entiende. Los lingüistas que grabaron el koro lo describieron como melódico, con consonantes agudas y una variación tonal que insinúa sus profundas raíces. Pero no es solo el sonido lo que importa, sino lo que las palabras contienen.

El koro tiene un vocabulario único que designa prácticas agrícolas, conceptos espirituales, estructuras de parentesco y herramientas que ya no se utilizan en la India tradicional. Refleja un estilo de vida moldeado por la tierra.

Un ritmo gobernado por ríos, bosques y monzones. Una cosmovisión ajena a la burocracia moderna.

Cada palabra perdida del koro no es solo una laguna lingüística, sino un fragmento de memoria cultural que desaparece. Es una historia que no se volverá a contar. Un chiste que no se entenderá. Una canción de cuna que no se cantará.

¿Por qué nadie sabía sobre Koro?

Esa pregunta aún persiste. ¿Cómo puede una lengua sobrevivir durante siglos sin ser notada?

Parte de la respuesta reside en la vasta diversidad lingüística de la India. Con más de 1600 idiomas y dialectos en todo el país, es fácil que las lenguas más pequeñas se queden atrás.

Arunachal Pradesh, en particular, es un laberinto de lenguas tribales, muchas de ellas indocumentadas y algunas ni siquiera nombradas.

Pero otra parte de la respuesta es más preocupante. Las comunidades marginadas a menudo no son contabilizadas. Su conocimiento no se considera esencial. Sus tradiciones se descartan como folclore. Koro existía a plena vista, pero nadie lo observaba con suficiente atención.

Una carrera global contra el silencio

Lo que ocurrió con el koro no es un caso aislado. En todo el mundo, las lenguas están desapareciendo a un ritmo alarmante. Según... UNESCOUn idioma muere cada dos semanas. Eso supone más de 20 al año; cada uno es un hilo cortado del tejido de la humanidad.

El descubrimiento de Koro fue un momento de esperanza en medio de ese sombrío panorama. Fue un recordatorio de que no todo está perdido. Algunas voces siguen hablando, esperando ser escuchadas.

Pero la esperanza por sí sola no preserva una lengua. La acción sí. La participación comunitaria. La educación. La financiación. El orgullo. Cuando a los niños se les enseña a avergonzarse de su lengua materna, esta se marchita. Cuando se les dice que no vale nada, dejan de usarla. Pero cuando una comunidad recibe apoyo para celebrar su voz, escribirla, leerla y transmitirla, es entonces cuando las lenguas sobreviven.

¿Qué pasará a continuación con Koro?

Se están realizando esfuerzos para preservar el koro. Los lingüistas continúan registrando vocabulario, gramática y tradiciones orales. Algunos miembros de la comunidad trabajan para enseñar el idioma a las generaciones más jóvenes de forma informal. Pero el futuro sigue siendo frágil.

La tecnología podría ayudar. Diccionarios digitales. Grabaciones de voz. Aplicaciones de idiomas. Pero las herramientas sirven de poco sin una inversión emocional. Para que el koro sobreviva, necesita sentirse vivo. No encerrado en un archivo ni en un museo, sino hablado: en mercados, en canciones, alrededor de fogatas.

Salvar una lengua es como cuidar un jardín. Requiere tiempo, amor y comunidad. ¿Pero la cosecha? Vale la pena esperarla.

Por qué todo importa

Puede que Koro solo tenga unos pocos cientos de hablantes. Pero su valor no se mide en números. Se mide en profundidad. En significado. En conexión.

Cuando perdemos un idioma, perdemos más que palabras. Perdemos una forma de pensar. Una forma de ver el mundo. Un capítulo de nuestra historia colectiva. Pero cuando luchamos por un idioma —cuando lo escuchamos, aprendemos y lo elevamos— preservamos un reflejo de humanidad.

Koro nos recuerda que las voces más silenciosas a menudo albergan las verdades más profundas. Que aún se pueden encontrar cosas ocultas. Que no todos los tesoros están enterrados en oro; algunos se encuentran en el aliento de una abuela que cuenta una historia, con su voz suave, sus palabras desconocidas para los forasteros, pero ricas en la memoria de generaciones.

El mundo no necesita menos idiomas. Necesita más escucha.

Preguntas sobre Koro y su resurgimiento

¿Cómo se descubrió Koro?
Fue registrado por primera vez por lingüistas del Proyecto Voces Duraderas durante un viaje de investigación a Arunachal Pradesh, India, en 2008.

¿Por qué se considera que Koro está en peligro de extinción?
Porque tiene menos de 1200 hablantes y no se transmite de forma sistemática a los niños. Muchas generaciones más jóvenes prefieren lenguas dominantes como el hindi.

¿El koro está relacionado con otros idiomas locales?
Aunque geográficamente está cerca de lenguas como el aka, el koro es lingüísticamente distinto y se cree que pertenece a la familia tibetano-birmana, pero con raíces únicas.

¿Existen esfuerzos para preservarlo?
Sí. Los lingüistas están documentando el koro y se están realizando esfuerzos locales para involucrar a los jóvenes en el aprendizaje y uso del idioma.

¿Por qué es importante preservar Koro?
Porque cada lengua conlleva conocimientos, prácticas culturales e identidad únicos. Salvar el koro significa proteger una parte del patrimonio humano.